Por la superficie tan suave, por el brillo y la profundidad tan llamativa que se define casi como un espejo, por la particular fluctuación de matices iridiscentes que se entrelazan entre sí en una trama única tridimensional, las perlas Akoya representan el must have en el mundo de la más alta joyería y lujo.
Cultivadas en las aguas saladas del Japón, las perlas Akoya son producidas por el molusco perlífero conocido como Fucata Martensii, el más pequeño entre los moluscos productores de perlas.
El nacimiento de una perla es una historia conocida por unos pocos, pero forma parte de unos de aquellos acontecimientos naturales verdaderamente milagrosos y posibles solo en pocos y raros casos.
Una perla se forma cuándo un pequeño objeto o “irritante” se introduce naturalmente en los tejidos blandos de un molusco o de una ostra. La reacción del molusco, para auto defenderse del cuerpo extraño, es la de secretar una substancia orgánica llamada nacre, que se acumula en al cuerpo extraño en millones de capas, dando origen a la perla. El nacre es una substancia calmante formadA por microscópicos cristales de carbonato de calcio, perfectamente alineados entre sí, así que la luz pasando por el eje de cada cristal venga reflejada y refracta por otro para producir un arco iris de luz y color.
Es proprio en su nacimiento que la Perla Akoya, ya brillante e iridiscente de por sí, revela su inconfundible fascino y su impresionante belleza. A diferencia de cualquier otra gema o metal valioso que debe ser extraído de la tierra y cortado y pulido para resaltar su belleza, las perlas son producidas por ostras vivas bajo la superficie del mar, y son bellas de por sí, sin ninguna otra intervención.
Proprio desde este pequeño milagro de la naturaleza, desde este proceso biológico, Molteni Vernici ha tomado inspiración para el nacimiento de un nuevo acabado innovador, que se inserta perfectamente en la Luxury Collection de la Marca. Se llama Perla Akoya, el nuevo acabado híbrido capaz de reflejar y refractar los rayos de luz confiriendo a las superficies tratadas (en metal, plástico o madera) aquel resplandor inconfundible, aquel brillo, aquel lustre inalcanzable y esa textura natural y tridimensional, típicas de las perlas naturales.